Sunday, March 04, 2012

CON ALEGRÍA DE CARNAVAL, A BUENOS AIRES LLEGÓ.

                                                              ALEGRÍA DE CARNAVAL

Fútbol
Históricos
CON ALEGRÍA DE CARNAVAL, A BUENOS AIRES LLEGÓ
Hoy cumple 38 años Ariel Arnaldo Ortega, nacido un 4 de marzo de 1974 en Ledesma, Jujuy. De aquél chico al que se le reían en su Jujuy natal porque el decía claramente que jugaría en River, al que asombraría a muchos por rechazar a Boca y su dinero. Solo por River, hasta llegar al ídolo.

Hoy la realidad marca que con sus 38 años sigue disfrutando de lo que mejor sabe y le gusta hacer, que estar cerca de las canchas de fútbol, tocar una pelota, ir a buscarla y dar un buen pase, pateando los penales a su ''gusto e piaccere'' amagandolé al arquero con una breve pausa y luego dandolé el pase a la red en Defensores de Belgrano, entidad amiga de River y que lo acobija bajo su verde césped a tan solo cuadras del Estadio Monuental, al que, no hay ninguna duda que el ''Burrito'' estará volviendo, ya sea para despedirse de toda su gente, o porque no, para intentar algo más, porque los héroes nunca se van, solo aparecen en el momento indicado, cuando más se lo necesitan. Ocurra como fuese su vuelta, sería un sinfin de sensaciones para aquellos de los que desde muy chico lo vieron jugar apenas llegado a Buenos Aires e hizo divertír con su gambeta indescifrable, sus pases gol tan certeros y sus goles, que con el tiempo, muchos de ellos llegarían a estar en las retinas por y para siempre, hasta de aquellos que crecimos y también nos divertimos junto a él, aquellos viejos nacidos en los finales de la década de los 80's. Como quien les escribe.

La incómoda situación del club, las idas y venidas de este histórico cambio de época que nos toca atravesar, en donde tenemos que ver a River enfrentando en la B Nacional, a rivales a los que solamente el hincha de River esperaba en Primera División como presas fáciles de un Monumental colmado, esperando una goleada o simplemente un triunfo tranquilo. Las imprecisiones de los dirigentes que manejaron el club y de los que aún siguen, de las que a veces el hincha se pregunta si se reprochan minimamente el hecho de haberlo dejado írse -y de esta manera- Todo eso, más sus problemas personales vinculados a lo que muchos saben pero pocos quieren admitir que es una enfermedad, más a sus faltazos a los entrenamientos de manera ciclíca, más sus salidas de manera excesiva, han opacado en los últimos años su imágen personal, -más aún, para esta nueva generación de hinchas de River y este cambio netamente generacional de carácter, que demandaba muchas respuestas ante tantas incógnitas que deambularon por el césped de Núñez- hicieron que Ariel Ortega pareciera él dejó de ser ese ídolo, el único heroe en este lío, el que no quería jugar más y dedicarse al rústico cambio a la vida extrafutbolística. 

Pero no. Todo lo contrario, hay jugadores que necesitan un apoyo, porque justamente son más que jugadores de fútbol, son estrellas, como es su caso, y las estrellas, no dejan de ser seres humanos y necesitan compañía dentro y fuera de la cancha, y de ella, careció durante mucho tiempo dentro del cielo verde, y en varios pasajes, fuera del mismo. Todo lo contrario, porque Ariel Ortega es de esos jugadores diferentes, que nunca dejó ser quien es, un simple chico al que le gusta estar en contacto con la pelota, que creció junto a ella, que fue seguramente su primer juguete, lo segundo que necesitó después de la mamadera -extraído de la frase de Eduardo Galeano. El gran escritor uruguayo-. ¿River hubiese descendido con su presencia en cancha?. Nadie tiene la respuesta correcta, lo cierto es que, al igual que otros jugadores como los que vemos ahora en cancha llegaron para darle una mano a River en su momento más complicado, el, hubiese puesto el pecho por la situación. Solamente, no pudo ser. 

Pero Ariel Arnaldo Ortega, sigue siendo el mismo.  Aunque hoy cumpla 38 años. Tenemos todos su sonrisa en nuestras mentes luego de cada gol, su mirada atenta y poco desafiante -que lo hacía más desafiante aún- luego de tirar un caño, de dar un pase o tirar un centro que el mismo sabía que terminaría en gol, por los grandes que tuvo a su lado. Porque... ¿quién puede dejar de recordar ese centro con tanta clase para que Hernán Crespo coloque el 2-0 sobre América de Cali con el arco vacío? ¿Quién puede olvidarse de esa sonrisa tan desafiante en la cancha de Boca, en los dos clásicos ganados en 1994? ¿Alguno podrá dejar de recordar esas fatídicas semanas en donde las noticias iban y venían, en favor y en contra de River acerca de su llegada o no, tras las disputas económicas con Newell's Old Boys y el equipo de Turquía (Fenerbahce) esa incómoda ansiedad? ¿Sus lágrimas luego del golazo a San Lorenzo en la goleada por 5 a 0? ¿sus vueltas olímpicas con las medias bajas y su porra al viento recorriendo toda la pista de atletismo?. No. Definitivamente creo que no, ninguno de los hinchas de River que, como yo, apenas por una ventanita llegamos a verlo porque alternabamos entre Cartoon Network y los canales de deportes para poder verlo, y aquellos que, ya bien dichosos de haber visto el mejor fútbol del Millonario, saciaban su hambre futbolístico al rítmo de un jugador que nos regaló goles como los marcados a Boca, San Lorenzo, y aquella maravilla al mejor estílo histórico de River ante Ferrocarríl Oeste, pocos días después de perder la copa en Japón. 

No quedan muchas palabras para agregarle a un histórico, tampoco es necesario agregarlas. Hay cosas a las que la razón quiere olvidar, pero el corazón no lo permite, porque, como tal ocurre en el amor. Todo lo bueno que un ser humano vivió, nada ni nadie puede borrarlo. Por eso, Ariel Arnaldo Ortega será como esa información que una madre le transmite a su bebé desde el vientre, e irá pasando de generación en generación como nuestros padres y abuelos nos hicieron saber y emocionar con los goles y picardías de Ángel Labruna, Amadeo Carrizo, Ramón Díaz, Ramón Ismael Medina Bello, Norberto Alonso y tantos otros... Como ellos, Ariel Ortega tuvo que vivír cosas inhóspitas a su calidad futbolística, es por ello, que será por siempre. El único heroe en este lío. 

Blanco, Roberto Adan
Periodista.
E-mail: robertoadan.blanco@gmail.com 
Twitter: @roberadan    

 

      

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